sábado, 4 de julio de 2009

Que fue Valparaíso para mi..?
El alero fresco de mi vida,
donde aprendí a descansar de los recuerdos,
donde aprendí a vivir con los anhelos,
donde soñé el amor
en largas noches de lánguidos desvelos.

Era la morada de mi padre todo el año,
donde su trabajo era un telar de sacrificios,
para darnos el pan envuelto en el cariño,
para soñar un mañana más tranquilo…
Y en cada vacación…
Sentirse feliz al recibirnos.

Era Valparaíso.. aquella vieja casa,
la tacita para mezclar los sentimientos:
Amor, alegrías y a veces un lamento,
risas, canciones y añoranzas,
de la vida, el manjar y su alimento.

En sus jardines florecieron cada día
mil ilusiones en medio de sus rosas,
mi corazón forjó sus ideas amorosas,
se hicieron realidades tantas cosas…
Y entre sus corredores,
otras volaron al vaivén de mariposas.

Valparaíso fue cuna y manta de mis hijos,
empezaron allí su niñez, jugueteando,
con sus abuelos vivieron disfrutando
esos años primeros que parecen tan lejanos;
que dejaron tierna huella
en la vida que estaban comenzando.

Esa casa de tejas silenciosas,
guarda secretos de palabras escondidas,
sabe de amores, de cosas prohibidas,
cuantas pasiones nacieron atraídas
por el encanto de sus sombras…
Y por canciones que nos hablaban de la vida.

Esa casa, su pesebrera y su trapiche,
fueron asilo de amistad y de alegría,
quien sintió su abrazo cálido algún día
recordará por siempre su frescura al medio día,
en aposentos, compinches bienhechores,
y el trinar de sus aves en jauría.

Hoy, cuando todo se acaba,
se desmoronan sus paredes viejas
han caído, arrugadas por los años esas tejas,
que fueron sombra y paraguas de mis quejas,
evocaciones, añoranzas, recuerdos y quimeras,
han quedado entre sus ruinas limosneras…
….y el corazón se arruga.

En lo absurdo que es el tiempo voy pensando,
como nos deja sin aquello que queremos tanto,
sin amores, sin amigos,
solo con el recuerdo de un pasado
que fue para todos un encanto.

Una “canción” que le escribí a Valparaíso en Diciembre del 97, a los 10 años de haberla vendido y cuando la casa era solo un montoncito de paredes derrumbadas sobre la tristeza.

La "tacita de mezclar los sentimientos". Cuantos momentos felices se vivieron en aquella casa, cuantas noches de tertulia y de canciones, con invitados de lujo, cada vez que íbamos de vacaciones se volvía un delirio de alegría. Y cuantas veces tuve que secar mis ojos, cuando en otras manos, se hundió een el olvido. Afortunadamente, ahora en manos de un amigo, ha vuelto a florecer y a servir de descanso a quienes pasan por allí.

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